Los siglos XI y XII se caracterizan por una inestabilidad en los asentamientos y una gran movilidad humana. Mercaderes, soldados y peregrinos transitan por los caminos europeos en busca de diferentes objetivos. La palabra "peregrino" que etimilógicamente significa extranjero, el que anda por tierras ajenas, adquiere a partir del s. XI un significado asociado a la práctica religiosa. Así, peregrino es la persona que inicia un viaje, individual o colectivo, hacia un lugar santo por un motivo de índole espiritual y en espíritu de devoción. Muchas veces mueve al peregrino el cumplimiento de una promesa y la esperanza de conseguir una gracia, incluso un milagro; de ahí la importancia del culto a los santos y a sus reliquias. Sacrificio, incomodidad y provisionalidad son algunas de las características de las peregrinaciones de las que resultan la purificación, el desarrollo personal y el autoconocimiento.
Durante la Edad Media los grandes centros de peregrinación fueron Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela y a ellos acudieron peregrinos de todo el orbe cristiano. La Reforma protestante supuso un duro revés a las peregrinaciones y sólo católicos y ortodoxos continuaron realizándolas como acto de devoción.
Referencias
http://www.vallenajerilla.com/berceo/santiago/homoviator.htm